Las conexiones entre seres humanos son infinitas, no importa qué tan cerca o lejos puedas estar. No importa si han vivido por años a kilómetros de ti, mucho menos si no hablan tu mismo idioma.
Un día te cruzas con alguien que fue desconocido por mucho tiempo, pero que la vida puso en un camino común y sorprendentemente hay algo que conecta, algo que vibra, algo que existe sin saber cómo describirlo.
Y a pesar de que a veces hay cosas en la vida que no deben ser dichas, a veces las palabras no se necesitan para decir la verdad de lo que se siente. Y el magnetismo se siente, cuando le sonríes, cuando lo escuchas, cuando se ven a través de una pantalla, cuando te escribe o cuando intentas entender su idioma. Se siente que hay algo más allá de lo real, así ninguno de los dos lo diga.
Un día, algo pasa en el cosmos.
Un día el universo se confabula con la vida para hacer que sus almas separadas por un océano, lleguen a un mismo lugar a través del tiempo y los kilómetros.
Todo conspira para que se puedan encontrar. Todo se crea para que puedan llegar a abrazarse en una noche de luna llena, en una ciudad desconocida y sobre una calle fría con destellos de luces. La oscuridad de la noche no podría llegar a esconder, la llama que está por quemarlo todo en esa ciudad.
Y estás ahí, recorriendo las autopistas con él, cantando canciones que les gusta a los dos, tocando su mano y riendo. Estás ahí, viviendo lo que alguna vez imaginaste y que jamás creíste que sería real. Estás ahí sintiéndote fascinada por lo que ves a tu alrededor, cuando en realidad lo que más te deslumbra es tener su esencia tan cerca a la tuya.
La química existe. Existe mucho más de lo que se puede percibir. Y cuando dos energías se atraen demasiado, puede sentirse como una explosión silenciosa: intensa, inevitable y transformadora.
Ya no hay marcha atrás. Cuando el universo se confabula para poder tenerte tan cerca y tan íntimamente de otro ser, las palabras y los secretos se exponen en un sinfín de historias que te permiten descubrir lo que existe en su interior. A veces tan perdido, a veces tan necesitado pero con ganas de amor.
Tal vez sean sus propios vacíos y los míos los que nos hicieron llegar a ese espacio de soledad, solo para llenarnos. Tal vez la fuerza vital que existe en ambos necesitaba fusionarse. O tal vez él me estaba buscando y yo a él en un mundo astral, deseando hacernos el amor porque en otra vida nos conocimos y necesitábamos un poco del otro para continuar con nuestra existencia.
Existen muchas preguntas a situaciones que son ilógicas. A veces me cuestiono sobre los momentos en los que todo pasa de manera tan fácil que sientes que te quita el aliento por lo emocionante e inquietante que son. Me cuestiono el porqué y para qué, de ponerme en lugares que me abruman pero que me encienden por dentro.
Cuando algo fluye, intuyo que estaba destinado a suceder, era el lugar y el tiempo perfecto. El alma a veces elige historias de una sola vez, solo para romperse, encenderse o transformarse.
¿Acaso yo manifesté esto? ¿Acaso esto ya estaba escrito? ¿Por qué estamos viviendo esto juntos? ¿Por qué estoy aquí con él?
Cuando dos energías potentes se encuentran, pueden construir algo inmenso o desatar tormentas. Todo depende de si están listas para sostenerse sin consumirse o sin dañar a alguien más.
Mi consciencia sabe que hay terrenos que no debo pisar. Pero cuando él me besó, confirmé que estuvimos buscándonos por lugares que ni él ni yo conocíamos, lo hacíamos solo para tenernos de nuevo.
Nos soñamos, nos deseamos, nos imaginamos, nos quisimos en silencio. Y fue en ese mismo silencio que las miradas y la electricidad estallaba en el aire y todo lo prohibido se volvió inevitable.
La ciudad ardió, las llamas lo quemaron todo. Nos convertimos en cenizas, donde persistió el resplandor del fuego que tuvimos en nuestros cuerpos durante tanto tiempo, que en una noche helada, mientras llovía, estalló en un placer confuso.
“Ya te conocía” le dije, “no de esta vida, sino de otras donde ya habíamos ardido juntos y donde también tuvimos que despedirnos”
Después de nuestra noche, tuve que abrazarlo fuerte antes de verlo partir. Pero en esa sensación de extrañarlo mientras se alejaba de mí, me di cuenta que en cada vida le reconocería y sentiría lo mismo que me hizo sentir mientras me tuvo en sus brazos.
Y aunque el mundo dijera que no, el universo nos dijo que sí. Se convirtió en nuestro sueño infinito, donde las palabras son prohibidas, donde la realidad se debe distorsionar, porque tanto él como yo nos necesitábamos solo en esa partícula de tiempo para no olvidarlo jamás.
Alimentamos el alma con la energía del otro. Recibimos luz a través del placer del otro. La conexión sigue intacta y tal vez más fuerte que antes. Ser amantes cósmicos nos convirtió en un sinfín de probabilidades y de aprendizajes, de transformación positiva que le da a la vida un nuevo sentido de existencia.
Después de varios días de analizarlo, aquí es cuando entiendo que mis respuestas han sido resueltas.
Te sigo soñando en las noches. Aún recuerdo las sensaciones de tu piel. Los recuerdos me seducen. Persiste el calor de aquella noche. Pero sé que solo seguirás siendo un sueño.
Hay almas que vienen solo a despertar tu fuego y no para quedarse. Ya no soy la misma, porque el fuego que encendiste en mi no se apaga, me está transformando.
Metafóricamente hecho desde ti. Gracias por tu luz.
- JJJ
Apabullante... 💫💫💫
Me ha recordado demasiado a dos experiencias propias... de esos momentos en que dices "¿nos conoceremos de antes?"(no de esta vida), esta conexión no puede ser casual, ni normal...
Qué bonita experiencia y qué maravilloso que haya encendido ese fuego que no parará de arder.
Morí y nací leyendo este post.