quedan 4 días para terminar el año.
algo por dentro se siente en la necesidad de mirar hacia atrás y ver que tanto fue lo que sucedió en los últimos 365 días en los que he vivido.
a pesar de que soy muy consiente que esto de terminar un año solo es una manera de medición del tiempo inventada por el humano en su afán por estructurar una vida, el fin de año simplemente es un día más que acaba y otro que inicia, que aunque para muchos puede ser un motivo de una inmensa frustración por lo que no se logró, para otros puede ser una enorme esperanza por un nuevo inicio.
para mi, este año fue un revolcón. fue transformador, liberador y muy intenso. aprendí mucho, sobre todo de mi misma, un poco de saber lo que no quiero, de sanar muchas heridas, y de comprobarme una y mil veces que merezco más de lo que siempre he creído que merezco. eso último se convirtió en mi mayor logro.
no voy a escribir para decirte que logré un montón de cosas materiales o que fui abundante y pude lograr sueños. eso en realidad si pasó y fue hermoso, por que materialice en esta realidad muchas de las cosas que quería. pero más allá de eso esta lo que se siente en medio del proceso y lo que el resultado deja por dentro. el verte un día sin nada botada en el camino y al otro día verte caminar despacio con una sonrisa hacia la manifestación de tus sueños, eso si que es grande.
y cuando hablo de sueños no solo me refiero a los viajes, a los nuevos lugares, a las nuevas personas o las nuevas experiencias. me refiero a la intención de mi corazón de encontrarme siendo feliz en un instante, por que el trabajo hecho durante años ha tenido frutos.
he vuelto a florecer y ya no se me caen las hojas. me he sentido más fuerte, más valiente, con más determinación y con más inspiración. ya las cicatrices no duelen, al contrario, brillan en medio de la oscuridad y son parte del mapa que guía mi camino, me orientan en cada paso que doy y se sienten bien. este año no hubo tantos días grises, hubo unos muy negros pero el sol brillo más, y note el azul del cielo.
ya he dejado mucho atrás. la falta de confianza para poder caminar sola. la ansiedad absurda para las decisiones importantes. la falta de disciplina para desarrollar un proyecto y hasta abandone la idea de no poder soñar en grande por que me creía pequeña para eso.
los desamores se han desvanecido, se convirtieron en recuerdos pequeños de los que solo extraje lo mejor. la soledad me ha abrazado suavecito y ha dejado de sentirse fría. el trabajo duro ya no es tan duro, al contrario entendí que puedo recibir lo que quiero de forma fácil, suave y tranquila.
descubrí nuevas formas de amar, a través de mis pensamientos, a través de las letras, por medio de una sonrisa e incluso con canciones. abracé más. me permití llorar bastante pero fue para poder limpiarme el alma y continuar. entendí la magia increíble que el universo te entrega con tan solo saber con claridad lo que deseas, siendo coherente con tus pensamientos, tus palabras y tus sentimientos.
abrí espacios que jamas pensé que abriría por miedo a quedarme en nada. me permití ser vulnerable, estar triste y deseada. me di placer sin remordimiento, sin culpa, sin miedo. me solté para ser más libre, para abrir las alas y volar lejos de esos lugares que me aprisionaban. quise ser más yo y descubrirme en ese camino.
este año me halló sin tener mucho, pero cada día que caminé, permití que me levantara, me guiara y me enseñara. la vida me había golpeado, pero hice una tregua con ella, y le prometí que si trabajaba en mi propia felicidad, a cambio ella me daría todo. y si! así fue, me ha dado demasiado. aun hay mucho por hacer pero, entendí cual es la clave de esto:
la vida solo me quiere ver viviéndola plenamente, para ella seguirme regalando lo que sabe que es para mí.
hay mucho por contar, hay muchísimo más en mí.
escribo para sanar algo, por que lo que no se expresa se reprime, se estanca, se pudre y se muere. cuando lo que se siente ve la luz, vive. y escribiendo es mi manera de recordarme que estoy viva y que esta experiencia de humanidad merece ser contada.
sin mayúsculas para que lo sientas como un susurro, sin gritos ni imposiciones, dejando que las palabras fluyan sin jerarquías.
esto es lo que soy, sin pretensiones, solo siendo yo.
un abrazo.
JJJ
Tu texto es un espejo de transformación y autenticidad, un retrato honesto de alguien que ha caminado por senderos oscuros para encontrar su luz. Cada palabra refleja no solo las batallas enfrentadas, sino también la fuerza con la que elegiste levantarte, sanar y florecer. Es un recordatorio de que la vida, con sus altibajos, nos moldea cuando estamos dispuestos a vivirla desde el corazón, sin máscaras ni expectativas externas.
El viaje que describes no es solo personal, es universal. Es el proceso de soltar lo que no nos pertenece, de abrazar lo que realmente somos y de abrirnos al regalo más grande que tenemos: la experiencia de vivir plenamente. Al leerte, no solo expresas, transformas. No solo sanas, inspiras. Porque en tu vulnerabilidad y valentía, hay un eco que resuena en quienes te leen, invitándolos también a ser libres, auténticos y conscientes de que merecen todo aquello que su alma anhela.
Gracias por compartirte. En cada palabra hay vida, y en cada vida, una lección para ser contada.